Espeleominería’ es la palabra que define lo que podemos encontrar en el último libro publicado por el Centro de Estudios Espeleológicos Turolenses. Una palabra inventada, pero que vendría a significar, según el vicepresidente del Centro, Juan Carlos Gordillo: “La exploración y estudio de antiguas minas abandonadas”. En esta espectacular publicación, ‘Minas de Teruel. Vestigios del pasado’,  llena de imágenes a todo color, se describen 16 zonas mineras de la provincia de Teruel. En total, se han explorado 30 minas y un polvorín ubicado en el Barranco Malo de Montalbán. 14 kilómetros de galerías que surcan algunos puntos del suelo de la provincia y que han sido testigo de una industria que ya ha dicho adiós a Teruel.
Tras seis años de intenso trabajo ve ahora la luz. Emerge tras muchas incursiones en el suelo turolense, expediciones que han permitido poder conocer un poco mejor lo que se esconde bajo nuestros pies. “Todas las minas que salen en el libro han sido exploradas, estudiadas, topografiadas y fotografiadas por nosotros”, explica Gordillo, que también es miembro del  Espeleoclub El Farallón, de Montalbán. A pesar de que la publicación ofrece gran cantidad de información sobre cada una de las minas, insisten en el que en ningún caso se trata de una guía. “Por lo general estas minas suelen ser peligrosas. En todas las exploraciones que hemos hecho hemos utilizado un medidor de gases, un aparato que mide monóxido de carbono, oxígeno, ácido sulfúrico y metano. De hecho, en una de las minas el aparato se puso a pitar y en ese caso hay que mantener la calma y salir”, explica. Una labor meticulosa y siempre atendiendo a la seguridad, que ha permitido encontrar auténticas sorpresas.
Galería principal de la Mina del Lecinar, en Molinos./ El Farallón
Galería principal de la Mina del Lecinar, en Molinos./ El Farallón
Tras recorrer galerías y cavidades abandonadas a su suerte desde hace décadas, emergen algunas conclusiones. “La provincia de Teruel ha sido muy conocida por el carbón, pero de aquí se han sacado infinidad de minerales. Sí es verdad que el valor añadido del carbón se ha quedado en la provincia, aparejado a las tres centrales que teníamos: Aliaga, Escucha y Andorra; pero todo el valor de manipular y manufacturar los demás minerales se lo han llevado todo fuera de la provincia”, cuenta Gordillo.
En el libro aparecen minas desde La Zoma hasta Fuentespalda; de Segura de los Baños a Muniesa pasando por Molinos, Albarracín o Calamocha. En él se detalla, no solo el nombre, origen, o la ubicación, sino también la flora y fauna que se encuentra en sus cavidades. Un documento que recoge de una manera visual y contrastada las minas de Teruel, que son ahora vestigios del pasado de una provincia que creció durante muchos años al ritmo de la minería.
‘Minas de Teruel. Vestigios del pasado’ esperaba poder presentarse esta misma semana en Montalbán. No obstante la presentación pública ha debido ser aplazada a causa de las medidas de seguridad contra el covid-19. Tendrá que esperar, pero el libro ya puede adquirirse a través de la oficina de turismo de esta localidad y también en algunas librerías del territorio bajo el sello de la editorial Prames.

El valor de la espeleología

Imagen de la contraportada de 'Minas de Teruel. Vestigios del pasado'./ El Farallón
Imagen de la contraportada de ‘Minas de Teruel. Vestigios del pasado’./ El Farallón
Gordillo recuerda que la espeleología es una actividad apasionante. “Es un deporte de equipo que te permite conocer sitios inverosímiles pero hay que saber cómo, como con todo”. En Montalbán lo conocen bien gracias en gran medida a El Farallón, que ha hecho una gran labor de divulgación durante sus más de 25 años de vida. De hecho, su trabajo de exploración ha permitido que la sociedad en general pueda saber más de las cavidades y galerías que se encuentran en localidades vecinas. “En el libro salen 164 fotografías pero tenemos un archivo de las Minas de Teruel con más de 10.000 imágenes, es único. Pero no es nuestro, es de la sociedad. Si el día de mañana el espeleoclub o el Centro de Estudios desaparece todo ese bagaje pasa a la sociedad”, insiste Gordillo.