La estructura de la judería de Montalbán se fragua en el año 1309 cuando Jaime II otorga a
Artal de Huerta, comendador de la Orden de Santiago, el privilegio de implantar en la localidad
diez familias judías permitiéndole, en recompensa por los servicios prestados, imponerles
tributos y ejercer la jurisdicción civil y criminal.
La comunidad judía se emplazaba en la calle Emaús, arrancando desde el tramo de escaleras
de la plaza de Carlos Castell, si bien investigaciones recientes obligan a matizarlo y trasladarlo
más al sur. Sí es cierto que uno de los accesos principales se trazaba a través de un pasadizo
o túnel urbano que se corresponde con el inmueble número trece de la mencionada calle Emaús .
Fuente:https://www.sfarad.es/olvidada-juderia-montalban/
Entre los linajes registrados en los documentos del siglo XIV – dice M.A: Motis, gran investigador
del sitio- figuran los Abeniuçaf–uno de los más numerosos y prominentes–, Abensasón,
Abensenyor, Albalá, Azday, Bonjucef, Chiniello, Cohen, Ejea, Golluf, Levi, Menassé y Sahúl,
entre otros. Sumaban 564 fuegos o casas, esto es, entre 2.250 y 2.500 personas.
Para la época, una enormidad
Según te pueden contar hoy mismo los mayores del pueblo, la judería se ubicaba en la calle Emaús, desde las escaleras de la plaza de Carlos Castell, teniendo como uno de los accesos principales un pasadizo que se corresponde , hoy número trece de la misma calle de Emaús.
Calles zigzagueantes en cuesta donde predomina los callizos (callejones sin salida y de propiedad privada) y con un edificio que cambia su orientación respecto al resto, para poder mirar a Jerusalén: la sinagoga.
Y la imprenta, porque de aquí salió el primer libro hebreo de Sfarad, en 1475, Como se cuenta en el libro El pueblo judío. Odisea a través de los siglos, de Nicholas de Lange. Y era un comentario de Rashi al Jumash (Pentateuco)
Pero durante el último cuarto del siglo XIV , con la inestabilidad política y económica, más la presión fiscal, dicha judería entra en declive. Por un lado, Castilla hostiga a las huestes aragonesas y hay que fortificar las villas, lo que además de costar lo suyo -subidas de impuestos- también lleva implícita una obvia falta de seguridad.
Y además, los progromos de 1391 en toda la Península Ibérica. Los responsables de la aljama de Montalbán escribieron a los de la de Daroca una carta escrita por el escriba local para solicitar dinero de Yosef Caro, artesano judío de Montalbán, que había huido a Daroca a consecuencia de una disputa con otro artesano judío apóstata. (Se puede consultar en inglés, en la página de Sfarad del CSIC ) Estas disputas no son sino ejemplo de la alteración de la calidad de vida de entonces, tras los pogromos.
Juan I no dudó en utilizar la fuerza para obligarles a regresar, emitiendo bandos que advierten de la imposición de severas multas a quienes ocasionaren algún perjuicio a los judíos, estando como estaban bajo la tutela y amparo directo del monarca. Es decir, no parece que hubiera buen ambiente.
Además, a principios del s xv tiene lugar
La disputa de Tortosa, que concluyó con la promulgación de una bula del 12 de noviembre de 1414, que precipitó el número de conversiones entre la aristocracia intelectual y financiera, con especial repercusión a toda aljama cercana, como puede ser la misma Montalbán.
Tal era la atmósfera de hostilidad y problema que , bajo el patrocinio inicial de la Iglesia, deciden asignar un lugar idóneo para vivir pacíficamente, separados del resto de la población, como ya se hacía en Teruel, Huesca, Barbastro, Jaca, Belchite y Zaragoza. Fue peor el remedio que la enfermedad: los confinados tras estas murallas se morían de hambre porque los cristianos se negaban a venderles alimento. El monarca les reprendió. Pero ya no quedaba sino liquidar y ubicar a los judíos en otro lugar.
Se van en pleno verano de 1415, tras haber saldado sus obligaciones fiscales y después de que el monarca se escandalizara por haberlos confinado sin sustento en situación de insalubridad.